Ya cuando éramos niños, nuestros padres nos animaban a comer más fruta. Hoy en día, quizás nos preocupa el azúcar en forma de fructosa contenido en ella. En este boletín queremos examinar el impacto que el azúcar de la fruta realmente tiene.
Un veneno dulce – el problema fundamental del azúcar
Hoy en día, está fuera de duda que el consumo excesivo de azúcar es perjudicial para la salud. Muchas veces se llama la atención sobre este hecho incluso en campañas en la televisión o en carteles.
Lo que realmente representa el daño es fácil de explicar: si bebemos, por ejemplo, una lata de cualquier gaseosa usual (el contenido de azúcar de esta cantidad equivale a al rededor de tres cucharadas de azúcar), el nivel de azúcar en la sangre aumenta enormemente dentro de la primera hora después del consumo. Para poder manejar esta circunstancia, el cuerpo enseguida produce muchísima insulina. Otra hora mas tarde, después de este pico, el nivel de azúcar en la sangre ya vuelve a bajar rápidamente, lo cual provoca enormes irregularidades. El organismo naturalmente nota esto y cree encontrarse en una situaión de escasez, porque el nivel de insulina está demasiado bajo. La reacción del cuerpo consiste en transportar grasa al flujo sanguíneo con le fin de asegurar el suministro de energía. Los hombres nos damos cuenta de estos cambios y muchos, por sentirse cansados o agotados, terminan por volver a comer y beber alimentos ricos en azúcar. Así se perpetúa la “montaña rusa” del nivel de azúcar en la sangre.
No solo es que esta forma de alimentarse es muy malsana, sino también que consumimos enormes cantidades de las llamadas “calorías vacías” y estas dentro de poco tiempo se manifiestan en las zonas problemáticas de nuestro cuerpo.
Hay muchos tipos de azúcar: la fruta es la alternativa sana
En uno de los últimos boletines hemos examinado que no todos los tipos de carbohidratos son igualmente malsanos, sino que también hay carbohidratos que el cuerpo necesita. El caso del azúcar es muy parecido: depende de la fuente de azúcar y de su calidad. En este contexto la fruta ha resultado ser una alternativa sana. Esto confirma que los que obedecían a sus padres y comían cada día una manzana u otra fruta tenían razón.
En el marco de un estudio los sujetos de prueba bebieron una bebida en la que se disolvieron tres cucharadas de azúcar (esto corresponde a la cantidad de azúcar contenida en una lata de gaseosa usual). Pero en este caso la diferencia era que se agregó una taza de bayas trituradas a la bebida. Naturalmente también incremetó el nivel de azúcar en la sangre y volvió a bajar después, pero no se dio esta “montaña rusa” de los niveles como en el ejemplo descrito arriba.
La intolerancia a la fructosa es remediable - la limpieza del intestino como clave
En otros estudios se ha probado que el consumo de bayas puede atenuar el incremto de insulina que se produce por el consumo de alimentos muy glucémicos, tales como el pan blanco. En total, el consumo regular de fruta es, pues, absolutamente recomendable. Reconocimientos científicos recientes indican que incluso pacientes que sufren de diabetes mellitus tipo 2 no tienen que abstenerse por completo de frutas. Lo que por supuesto hay que tener en cuenta son los casos de intolerancia a la fructosa. Principalmente hay que recordar que la mayoría de los casos no son innatos, sino que se desarrollan en algún momento de la vida. Esta intolerancia indica que existe un desequilibrio en el tracto digestivo, por lo cual ya no se pueden digerir las frutas.
Pero esta circunstancia tiene remedio. Muchos casos de intolerancia a la frutcosa se pueden eliminar mediante una profunda limpieza y desintoxicación del estómago y del intestino. Mientras persisten los síntomas, es recomendable hacer una fase de carencia y abstenerse de comer fruta. Durante esta fase se deberían limpiar y desintoxicar profundamente el estómago y el intestino. Cuando se haya recuperado la flora intestinal dañada y restablecido el equilibrio va a ser posible volver a comer fruta sin problemas.
Fuente: Dr. Michael Greger y Gene Stone: Comer para no morir: Descubre los alimentos científicamente probados que previenen y curan enfermedades. Ediciones Paidós, 2016.
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